lunes, 30 de junio de 2014

Sentido de Pertenencia

Ahora que al fin se terminó este año académico y ya puedo respirar con tranquilidad, me parece pertinente escribir sobre un tema que ha venido llamando mi atención desde hace algún tiempo.

Como algunos sabrán, durante varios años me mantuve persiguiendo un sueño. Un sueño que ahora, viéndolo en retrospectiva, parece más bien una simple idea. Yo soñaba con convertirme en dentista. Mi fascinación por la odontología era enorme (lo sigue siendo, pero ahora la veo de otra forma). Recuerdo que en 2009 cuando me gradué de bachiller fui a parar a la USM para inscribirme en el propedéutico que dicha carrera exige. No había cupos disponibles, así que mi mamá terminó inscribiéndome en Arquitectura dentro de esa misma casa de estudios. Y ustedes se preguntarán ¿por qué arquitectura? Bueno, digamos que esa carrera entraba entre las opciones “aceptables” para mí en aquel entonces.

Al iniciar mi primer semestre, me encontré con infinidad de trabas en todo y para todo. Recuerdo que en esa época habían cortes de luz irregulares constantes y nunca se sabía ni cuándo ni a qué hora serían, lo que sí sé es que convenientemente, siempre eran a las horas en las que necesitaba hacer algún plano o una maqueta, mientras era de día todo bien… El problema era cuando se hacía de noche, pues me era imposible trabajar. Llegaba con las tareas incompletas a causa de esto, dormía muy poco y no disfrutaba de lo que estaba haciendo. Mis calificaciones daban asco. Y además, aunque mi tiempo allí fue muy poco, no tenía siquiera establecido un “grupo de estudio”. Terminé retirándome, descubrí que nada de eso era lo mío y que debía mantenerme enfocada en lograr lo que quería desde el principio: la odontología.

En 2010, ingresé a la UNEFA en Mecánica Dental. Esto lo hice pensando en adquirir conocimientos relacionados a lo que de verdad quería hacer después. Estando allí, digamos que las cosas fluyeron un poco mejor, académicamente hablando. Realmente era buena en lo que hacía y lo disfrutaba. En esta oportunidad, mis calificaciones resultaron ser mejores. Logré establecer un grupo de estudio decente y si, unas cuantas buenas amistades que hasta el sol de hoy aún conservo. Sin embargo, no todo era agradable. Debo decir que el ambiente dentro de esa universidad no se me hacía para nada cómodo. Cada vez que terminaba un día de clases, tenía la necesidad de irme de inmediato, ya sea a mi casa o a cualquier otro lugar pero sencillamente, no me sentía bien allí. Mientras realizaba mis estudios dentro de esta casa de estudios, seguí intentando ingresar en la carrera que de verdad quería, siempre, sin éxito.

Ya estando fuera de la UNEFA, decidí ir una vez más a la USM. Esta vez sí tuve “suerte” y logré pre-inscribirme en el curso propedéutico. De igual forma, como ya estaba cansada de perder tanto tiempo persiguiendo algo que al parecer no era para mí, también me acerqué a la UMA a pre-inscribirme para el examen de admisión. Recibí los resultados antes de iniciar el curso y descubrí que fui admitida. Consideré la idea de no realizar el curso propedéutico en la USM, pensando en no desperdiciar recursos pero mis padres insistieron que en que lo intentara y así lo hice. En resumen, y como ya algunos de ustedes saben, obviamente no fui admitida. Lo que si debo agregar es que, a diferencia de mi pasada experiencia dentro de la USM, esta vez no la pasé tan mal. Tuve la fortuna de compartir con una de las amigas que hice en la UNEFA, que era también parte de mi equipo de trabajo y además disfruté mucho de las enseñanzas de algunos profesores. Siento que debo destacar a Rosa Pereira, porque aunque es súper estricta, aprendí muchísimo de ella en tan poco tiempo.

¿Por qué les cuento todo esto? Pues, es necesario para poder explicar lo que quiero expresar. Como ya mencioné, sin ningún tipo de problemas, fui admitida en la Universidad Monteávila. ¿La carrera? Comunicación Social. ¿Inmadurez vocacional de mi parte? No. En realidad, fue una decisión tomada por alguien que ya estaba cansada de desperdiciar tiempo sin lograr resultados. Decidí irme por este camino sin importar los obstáculos que se presentaran y aquí estoy, felizmente puedo decir que acabo de culminar mi primer año de carrera.

Debo decir que fue un año bastante interesante. Para empezar, descubrí que no porque sientas que algo te apasiona de verdad significa que está destinado a ser para ti. Quizás me tardé mucho en darme cuenta o quizás me tomó el tiempo necesario. A veces tu verdadera vocación te descubre a ti y no tú a ella. Confieso que aunque esta carrera siempre me ha gustado por su dinamismo, jamás pensé que me enamoraría tanto de ella. Descubrí lo feliz que me hace el poder ver la vida a través de una cámara, descubrí una nueva forma de mirar una de las cosas que más disfruto, las películas. Perder la noción del tiempo haciendo una tarea, ya sea leyendo un libro o escribiendo un ensayo y no tener esa sensación de aburrimiento infinito, no tiene precio. También descubrí que tengo algo de esa vena de escritor, que por alguna razón había permanecido dormida hasta que llegué a mis primeras clases de redacción. Probablemente jamás llegaré al nivel de Jorge Luis Borges o Ernesto Sábato, pero si me gustaría llegar a escribir cosas que valgan la pena leer.

Dentro de este lugar descubrí nuevas facetas de mi misma. Recuerdo como en determinadas ocasiones pensé que jamás llegaría a hacer ciertas cosas ni mucho menos que sería capaz de hacerlas pero al final del día, resultó que si estaba en mí el poder realizarlas. También conocí personas con las cuales me he llegado sentir bastante identificada, personas que al hablar me dejan atónita porque siento que me escucho a mí misma. Cosa que es fascinante, porque por lo general siento que o no pertenezco a esta época o vengo de otro planeta, realmente es muy extraño encontrarme con personas que coincidan en tantas cosas conmigo.

A pesar de que mi universidad es tan pequeña como un colegio y tal vez  no siempre te encuentres con miradas de “buenos amigos” en sus alrededores, puedo decir que no importa. En lo que a mí respecta, me basta con tan solo reunirme con esas cinco personas con las que tuve la fortuna de encontrarme, ellos saben quiénes son. No puedo quejarme, no solo han sido un grupo de trabajo bastante funcional sino que también, ahora que tenemos ya casi un año de conocernos, me atrevo a llamarlos amigos. Como todo grupo de amigos, tenemos nuestras diferencias pero no somos conflictivos. Tratamos de hacer de toda situación un chiste… Algunos pueden decir que estamos locos pero ¿a quién le importa? Nosotros somos felices así.

Una de las cosas que más me ha gustado durante este año académico es, no solo lo dinámica que es mi carrera, sino la universidad. Me encanta como dentro de cada materia las oportunidades de explotar la creatividad son infinitas. Desde pequeñas dramatizaciones en clase, hasta grandes obras de teatro, contar historias a través de imágenes y así como eso, muchas cosas más. Durante estos meses he crecido muchísimo tanto profesional como personalmente y es tan solo mi primer año de carrera.

Es por esto que hablo de sentido de pertenencia porque finalmente, después de tantos años, puedo decir con certeza que siento que pertenezco a un lugar y me siento identificada con un grupo de personas. Al fin tengo la sensación de que puedo permanecer allí sin necesidad de salir huyendo...

Hoy estoy orgullosa de decir que soy Umaísta J

2 comentarios:

  1. Buenísima entrada. Me siento muy identificada con lo que cuentas, pasé, o mejor dicho, estoy pasando una situación similar, en donde lo que me motiva y me empuja es la posibilidad de explotar mi creatividad. Me gusta mucho leer que tu ya encontraste ese camino que a tantos se nos complica. Felicidades <3

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    1. Me alegra que te haya gustado. Que bueno saber que te sientes identificada con esto. Gracias por leerme :')

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